viernes, 8 de febrero de 2013

4. Zombis

«Un estúpido es el tipo de persona más peligrosa que puede existir».
(Quinta ley de la estupidez, de Cipolla)

Tienen que echar algo en el agua. No me cabe duda. Semejante concentración de estúpidos por metro cuadrado no puede ser casual. Estos ciudadanos han degenerado. Parecían más inteligentes cuando llegaron a la barriada hace unos pocos años; ahora, un centro de educación especial ha fletado un autobús para esta zona. Y va petao, no cabe un alfiler.
Los niños babean, renquean, emiten sonidos guturales. Patizambos de una sola ceja. Son zombis. No solo ha empeorado la prole, a los padres también hay que darles de comer aparte: uno de ellos se pilla los dedos en la puerta todas las semanas, otro se ha salido de la carretera once veces en el mismo sitio y mi vecino de enfrente, sin ir más lejos, se pierde cada dos por tres, incapaz de encontrar su casa. Puedes ver abiertas muchas puertas al transitar por las calles. ¿La razón? No hay manera de meter la llave en la cerradura con el baile de san Vito que llevan encima.
Menudo nivelazo.
La convivencia tiene su aquel: no recoge la caca de los perros ni el tato, arman tal follón que resulta imposible oír los atascos de la M-30, aparcan donde les sale del nabo (en un paso de cebra, sobre una acera o en medio de la calle), su código de la circulación tiene una norma: sus santas pelotas, son guarros hasta la náusea, ponen el porno a todo volumen a las cuatro de la mañana y la lían parda por un sí o por un no, pues son suspicaces hasta decir basta. Y dejan un reguero de baba en las aceras que da asco.
Poner coto a sus desmanes es un trabajo demasiado fino para la policía local. Por suerte en el barrio disponemos de gamberretes: les ponen silicona en las puertas, les tiran piedras cuando arman escándalo por las noches y les despiezan los coches cuando los estrellan contra las vallas.
Me estremezco solo de mirarlos. Porque lo que veo da miedo.
Todos tienen trabajo (de mierda). Les conceden préstamos (de risa), con la que está cayendo. Les va bien (si esa vida merece tal nombre, claro).
Cometimos un error al tomarlos por retrasados mentales.
Esta cuadrilla de descerebrados, incapaces todos de hilvanar dos pensamientos seguidos y de hacer la o con un canuto, son el futuro, el modelo de ciudadano iletrado y dominable.


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